Relato más que breve del año 2011.
¿Quiero? Puedo. (2011)
Sábado 12 de Febrero, 14:36 horas, reporte del oficial 2187c:
Me encuentro en una calleja oscura y húmeda del este de Boston. En el suelo un charco de sangre reseca del presunto atracador enmarcado por una silueta a tiza indican dónde hemos encontrado la víctima: Un varón de mediana edad, constitución fuerte y rasgos marcadamente orientales.
Según los testigos, éste último se dispuso a atracar a una anciana cuando el presunto delincuente decidió detener el acto. Ambos, fallecido y atacante, se enzarzaron en una pelea con sendas armas blancas (encontradas en el lugar del crimen, las dos presentaban la forma autorizada para civiles) que terminó de forma trágica para el atracador. Seguidamente, el susodicho asesino procedió a devolver las nuevas pertenencias de la víctima (el monedero de la señora y un par de piezas de bisutería) a la atracada sin la pertinente autorización y después se escabulló entre las sombras.
El aviso lo hemos recibido hace escasas horas de la misma anciana denunciando el comportamiento totalmente alocado del fugitivo y a su vez informando de la presencia del cadáver en este punto. Cuando hemos llegado al lugar del crimen ésta nos ha devuelto las pertenencias que ya no le correspondían (han sido mandadas a las oficinas dónde se devolverán a la familia del asesinado) y a su vez nos ha descrito el criminal: Un varón también de mediana edad, alto y occidental. No sobra remarcar que todos estos datos ya han sido introducidos en las estadísticas públicas de delincuencia del estado para que la población siga actualizada acerca de sobre qué colectivos debe evitar estos días.
Siguiendo con el resumen de la información proporcionada por la anciana, cabe destacar el hecho de que éste criminal se clasifica en el llamado grupo de retrohéroes. Este dato se sobreentiende de la conversación (o discusión) previa al conflicto entre ambas partes en el que el varón occidental intentó convencer a la víctima de que una sociedad como la nuestra, con el mayor grado de libertad de la historia, no podía ser natural. Además, dejó claro que, o devolvía todo lo robado a la mujer o lo haría él mismo, intentando violar la libertad de, no solo el ladrón, obligándole a algo, sino también de nuestra principal testigo, que en cuanto vio el arma del ladrón ya había aceptado en darle lo que éste le reclamaba sin forzarle a herirla (y por lo tanto a delinquir).
Finalmente, y destacado como agravante, el criminar robó lo único que nuestras leyes prohíben: La vida, directa o indirectamente (en este caso directamente), de otro ser humano.
Así pues, declaro una orden de búsqueda y captura para el supuesto sospechoso si se le llega a identificar en algún momento.
Fin del reporte.
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